lunes, 28 de mayo de 2007
A cada cual lo suyo.
Lo políticamente correcto hoy es afirmar que no se puede, ni se debe, diferenciar entre hombre y mujer a la hora de desarrollar actividades. Sin embargo, si examinamos la historia de la humanidad en sus diversas facetas, veremos que la mujer, en especial como grupo, raras veces aparece como protagonista. Desde luego, mi opinión es que tal afirmación no se corresponde con los hechos, sino que es una distorsión histórica.
Durante la Edad Media se extiende un período de decadencia general por todo Occidente. El clima imperante es de oscurantismo y superstición generalizados, que afecta no sólo a los hombres, sino también a las mujeres. Pero el caso de estas últimas es más grave. Si a algunos hombres les está permitida la educación, incluso superior, no es éste el caso de las mujeres, pues les está vedada incluso la lectura y la escritura, por considerarse fuente de pecado y tentaciones.
En esta situación, la única salida en muchos casos es la vida monástica y conventual, donde la humanidad preserva su patrimonio cultural contra viento y marea. Ahí, hombres y mujeres pueden estudiar, aprender, e incluso llegar a ser auténticas eruditas. Y, aunque en este período escasean aún más que en otros, aparecen mujeres como Hroswitha, o Roswita, una monja de la abadía benedictina de Sajonia, que vivió en el siglo X y que nos dejó constancia de los conocimientos matemáticos de la época. O Hildegarda de Bingen (1098- 1179 u 80), autora de varias obras, en las que se ocupó fundamentalmente de aspectos teóricos y prácticos de la ciencia, en especial de la cosmología, así como de los animales, plantas y minerales y su relación con el bienestar de la humanidad......lee todo
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