Centenaria tradición británica.- ESCÁNDALO EN INGLATERRA POR LA VENTA DE TÍTULOS NOBILIARIOS 5/II/07 Por Enrique Oliva El martes pasado 30 de enero, tuvo repercusión mundial un escándalo desatado en el Reino Unido por la venta de títulos de nobleza para recaudar dinero para campañas políticas. Esta vez las acusaciones deterioran más de lo que está al gobierno laborista. Algo ya repetido en la vida de ese país, tanto en la historia antigua como la contemporánea. Este hecho ya probado, toca directamente a Tony Blair, quien se niega a renunciar luego de ser interrogado en dos veces por Scotland Yard, convirtiéndose en el primer jefe de gobierno investigado por la policía en un caso delictual. Lord Levy, miembro de la Cámara de los Lores, principal recaudador de fondos para campañas del oficialista Partido Laborista ha sido detenido (por segunda vez) como la hasta hoy influyente asesora del primer ministro, Ruth Turner. En dos días los interrogados suman más de 90, entre ellos, varios íntimos de Tony Blair. Más curioso aún: se involucra a Michael Howard, ex líder del opositor Partido Conservador. Y Edgard Davey, cabeza del Partido Demócrata Liberal advierte que en este caso hay un “olorcillo a Watergate.” Es de recordar al periodista Francés Eric Dior, cuando publicó, en el entonces muy influyente semanario L’Evenement du Jeudi del 23 de diciembre 1993 una interesante investigación sobre la nobleza “british”. Para la obtención de tales distinciones honoríficas, comenzaba diciendo: “Después que las ocasiones de salvar la vida de un monarca en el campo de batalla son raras, una cuenta de banco bien provista es aquí el mayor acelerador de esas distinciones”. La nobleza imperial Recuérdese que por siglos, los piratas que daban al monarca de turno suculentas partes de sus botines (incluidas colonias) obtenidos a sangre y fuego. Así, el famoso Drake terminó como Sir Francis en el siglo XVI. Tales métodos son más antiguos aun y se remontan documentadamente a Guillermo el Conquistador que pagaba sus deudas rematando honores. Este monarca reinó desde 1066 a 1087. Según Dior, “se asegura que en el siglo XVIII un título de lord se cotizaba en 10.000 libras, más una comisión para el intermediario que obtenía una audiencia con el soberano”. Desde principios del siglo XX, el político liberal inglés David Lloyd George, se caracterizaba por sus críticas a los privilegios. Pero al llegar a Primer Ministro, negoció títulos para quienes aportaron ayudas para su elección, enviando parte “a su propia cuenta de banco”. No obstante, se lo recuerda por haber quitado poderes a la Cámara de los Lores. Es sabido que tradicionalmente el primer ministro eleva una vez al año a la reina la famosa “lista de Honor” para nuevos nobles. “Nada de bomberos heroicos ni enfermeras modelo -dice Dior- entre los felices elegidos, un fuerte contingente de industriales que generosamente han provisto la caja del partido, ya sea conservador o laborista, durante la campaña electoral”. “Sir Clive Sinclair, presidente de Sinclair Research, negoció su título de lord por un cheque de 39.000 libras”. A George Audley le costó 150.000 libras. Pero hubo un “estafado”, el millonario chipriota Asil Nadir; pagó 500.000 libras y nunca lo ennoblecieron. A causa del krach de la Lloyd's en 1993, la “venerable” compañía de seguros de fama mundial, puso a varios de sus accionistas en la necesidad de vender sus títulos. El conde de Carlisle lo cedió por 55.000 libras. Algo similar ocurrió en 1995 con la Barings, la más que bicentenaria banca londinense de la reyes y la nobleza inglesa, cuando las especulaciones dolosas de un operador en Singapur la llevó a la quiebra. Algunos de sus principales accionistas tenían títulos nobiliarios y los vendieron. En los últimos años las cotizaciones han subido en el mercado de títulos ingleses por el ingreso al mismo de los norteamericanos. La empresa Manorial Auctioneers de Londres se ocupa de todos los detalles. La “legal” venta de títulos de nobleza Los interesados en adquirir títulos de nobleza, ahora pueden recurrir cómodamente, a quien al menos hasta hace algunos años, vivía en Paraguay. Este lugar fue elegido porque el empresario es alérgico a las extradiciones y allí está a resguardo de las mismas, luego de dejar apresuradamente su Alemania natal, perdiendo sin problemas una depositada fianza de casi un millón de dólares. Se trata de un personaje de nombre Hans Hermann Weyer, ahora septuagenario, ex apuesto playboy, pero muy rico como su esposa y socia. Weyer no comete ningún delito con su profesión. Refinadamente educado, conoce la nobleza y las historias de familias monárquicas al detalle. Los blasones que intermedia son legítimos y las operaciones legales. ¿Cómo? Veamos. Hay nobles empobrecidos que por herencia disponen de varios títulos (docenas, a veces). Poseyendo o no descendencia, ellos pueden, de acuerdo a las normas monárquicas, cederlos en vida a sus hijos o consortes. Luego, recurren a la adopción de candidatos, sin importar la edad. El trámite legal de cambio de nombre es simple y el grado pasa a quien mejor lo paga. Weyer también negocia matrimonios. Hace unos cuantos años, según lo contó a la revista “Le Figaro”, organizó el casamiento de un millonario texano con la anciana baronesa Ute von Richthoffen de Baden Baden, viuda de un famoso héroe aviador germano de la Primera Guerra Mundial. Un joven de 25 años llamado Rolf Quost fue adoptado por la princesa Elisabeth von Sayn-Wittgenstein, de 51 años. Ahora Rolf es príncipe y sus negocios en Hamburgo (clubes-discos) han prosperado aún más. Su ascenso social le costó una elevada suma, pero es redituable. Hans Weyer ha hecho proezas que le trajeron algunos disgustos. La reina Elisabeth de Inglaterra lo odia por haber casado a su prima, la princesa Alexandra von Arhalt con un riquísimo fabricante de salchichas de Minden, Alemania, por 300.000 marcos. La novia estaba muy pobre, a pesar de que su coronada prima es una de las mujeres más ricas del mundo. El ex rey Carl de Suecia debió interponerse para evitar que Weyer le casara, en similar estilo, a una prima princesa. Pero no pudo impedir que el mismo traficante le hiciera adoptar a su tía materna, la princesa Alma von Sachsen Coburg Gotha, de 62 años, a un rico matarife norteamericano, cobrándole 400.000 marcos. Weyer se dice muy satisfecho. Cuando se refugió en Paraguay declaró: “Soy feliz como un rey. Ulrike (su hermosa mujer, rica, abogada y verdadera baronesa Verike von Kaiserling) y yo, hemos traído en nuestras valijas 136 títulos de marqueses, 172 baronías, 36 ducados y una docena de principados. Le venderé a la colonia alemana de Paraguay”. Hans Weyer, que dispone de tantos títulos de nobleza auténticos, no se ha adjudicado ninguno, pero “me divierto mucho”, dice. Con tales antecedentes ¿porqué tanto escándalo en el reino Unido? ¡Qué le hace una mancha más al tigre de papel! |
sábado, 10 de febrero de 2007
Escándalo en Inglaterra (Enrique Oliva)
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